

¡Es hora de acabar con el teatro de la innovación!
¡Es hora de acabar con el teatro de la innovación!
Todas las organizaciones necesitan evolucionar, y para ello deben innovar, hacer cosas nuevas, cosas que antes no hacían para adaptarse a un entorno cambiante. Sin embargo, aunque hoy en día los esfuerzos de las empresas por innovar son mayores que nunca, rara vez se consiguen resultados tangibles.
Somos testigos continuamente del teatro de la innovación: eventos inspiradores, talleres, procesos de ideación e incluso equipos altamente talentosos trabajando en nuevos proyectos; pero, al final, la gran mayoría de las iniciativas no logran un impacto real.
El teatro de la innovación se refiere a todas aquellas acciones de inspiración, ideación e incluso desarrollo de nuevas iniciativas corporativas que carecen del apoyo interno necesario para alcanzar resultados reales.
Todos hemos visto iniciativas innovadoras prometedoras intentadas por personas altamente capacitadas, incluso con la mentalidad adecuada, solo para finalmente toparse con paredes y techos de cristal, impidiendo que el proyecto realmente prospere.
Lo peor es que al final no sólo perdemos tiempo y recursos, sino que también perdemos el entusiasmo y la motivación de los equipos con más talento para sacar adelante este tipo de iniciativas. Además, en ocasiones incluso perdemos a esas personas que buscan otras salidas profesionales donde desarrollar su potencial.
El teatro de la innovación tiene algunos aspectos positivos. Todos leemos libros o vemos películas con historias que nunca llegan a materializarse, pero que nos entretienen y nos inspiran. En este sentido, el teatro de la innovación puede ayudar a generar energía dentro de la empresa, inspirando a los equipos a pensar en grande.
El verdadero problema surge cuando nos quedamos estancados, incapaces de convertir la inspiración de un taller en pasos a seguir que se puedan llevar a la práctica; o de convertir el conocimiento de un libro en acciones tangibles; o de materializar nuevas iniciativas en resultados tangibles. En esencia, el problema central es que muchas empresas no logran transformar la innovación en valor comercial real. Y esto solo genera frustración en las personas, que son testigos del abismo entre las expectativas generadas y la realidad alcanzada.
Hoy en día, se entiende ampliamente que, para innovar adecuadamente, es esencial poner al cliente en el centro, seguir (o crear) las tendencias del mercado, aprovechar las últimas tecnologías y operar con la mentalidad adecuada. Sin embargo, estos elementos no garantizan que las organizaciones puedan convertir la innovación en resultados tangibles.
¿Qué hace falta para ir más allá del teatro de la innovación y conquistar el mundo real? ¿Qué pieza nos falta? Todos lo hemos visto, pero nadie lo ha abordado: hay un elefante en la habitación, y no lo hemos nombrado ni lo hemos gestionado hasta ahora.
El Hábitat de la innovación Resuelve el teatro de la innovación
La clave para acabar con el teatro de la innovación es el hábitat de la innovación, que es el entorno y los factores externos que una nueva iniciativa innovadora necesita para prosperar dentro de un contexto corporativo.
Permítanme adelantar que el Hábitat de Innovación no es algo que los equipos encargados de llevar a cabo iniciativas innovadoras puedan generar; sólo los líderes organizacionales pueden crearlo. Pero antes de profundizar en el concepto del Hábitat de Innovación, permítanme compartir brevemente una historia que ayudará a aclararlo.
En un artículo publicado en 1972 en Popular Electronics se acuñó el término “ordenador personal”. Fue para anunciar el primero de estos dispositivos, el Altair 8800, que sorprendió incluso a sus creadores cuando acumuló miles de pedidos en su primer mes de venta. El lanzamiento del Altair dio origen a una nueva industria, la informática doméstica, que pronto atrajo a nuevos participantes. IBM hizo varios intentos de lanzar un nuevo producto, pero debido a obstáculos burocráticos y procesos de producción lentos y costosos, tuvieron dificultades. Un analista de mercado llegó a bromear diciendo que “lograr que IBM lance un ordenador personal es tan difícil como lograr que un elefante baile claqué”.
En 1980, el presidente de IBM, John Opel, reconociendo el obstáculo que suponía la innovación, decidió pensar de forma innovadora. Inició el Proyecto Ajedrez, asignando a 12 personas con permisos especiales para eludir los protocolos establecidos de IBM. El equipo, dirigido por Don Estridge, estaba ubicado en Boca Ratón, Florida, lejos de la sede principal de la empresa en el norte. Operaban con total autonomía, incluso haciendo movimientos que contradecían directamente las políticas internas de IBM, como usar componentes de otros fabricantes. El resultado fue el IBM PC, presentado el 12 de agosto de 1981. Se convirtió en un éxito de ventas, llegando incluso a aparecer en la portada de la revista Time en 1983. El elefante logró bailar claqué.
En esencia, durante seis largos años, IBM se esforzó por lanzar un nuevo producto, la computadora personal. Sin embargo, sólo lo logró cuando creó el Hábitat de Innovación adecuado para que esta iniciativa innovadora floreciera. El Hábitat de Innovación fue la clave para poner fin al teatro de la innovación.
Así como Steve Blank nos iluminó en 2005 que para lanzar con éxito una startup era crucial desarrollar al cliente antes que al producto; hoy es esencial reconocer que en un entorno corporativo, para llevar una iniciativa innovadora al éxito también es crucial crear primero el hábitat de innovación que le permita prosperar.
Comprensión Hábitat de la innovación:Qué es (y qué no es)
En muchos sentidos, podemos considerar las iniciativas innovadoras como una semilla que debe plantarse en el lugar adecuado, rodeada de las condiciones adecuadas: luz, humedad, temperatura, etc. No importa lo buena que sea nuestra idea, e incluso si contamos con los recursos adecuados y el mejor equipo posible, las iniciativas solo tendrán éxito si cuentan con el hábitat de innovación adecuado.
Sin embargo, plantar una nueva semilla –una iniciativa innovadora– en una organización establecida es como intentar que eche raíces y florezca en medio de una jungla; una misión que resulta casi imposible por diversas razones. Entre otros desafíos que enfrentan las iniciativas innovadoras en un entorno corporativo, o nuestras semillas cuando se plantan en la jungla, se incluyen:
- Desajuste de intereses: Nuestra semilla puede ser engullida por cualquier habitante de la selva. En la organización habrá individuos y sectores que, sin mala intención y sólo en pos de sus objetivos, puedan tomar nuestra iniciativa y frenarla o transformarla en algo alejado de la visión original.
- Lucha por los recursos: Nuestra semilla puede no recibir la luz necesaria, eclipsada por las actividades diarias que monopolizan la energía, el tiempo y el enfoque de la empresa.
- Urgente vs. Importante: Nuestra semilla puede tener dificultades para encontrar un lugar donde germinar, ya que hay muchas otras prioridades y tareas diarias que demandan atención inmediata, posiblemente relegando nuestra iniciativa al final de la lista.
- Ejecución vs. exploración: Nuestra semilla, especialmente al principio, puede requerir nutrientes que no suelen encontrarse en la jungla corporativa. Las organizaciones consolidadas están diseñadas para ejecutar un plan, no para explorar nuevas oportunidades. Por lo tanto, puede enfrentar desafíos en sus primeras etapas, donde no hay planes establecidos sino muchas incertidumbres que aclarar e hipótesis que evaluar.
En esencia, el sistema inmunológico de una organización siempre ataca la innovación. Por eso es fundamental brindar a cada iniciativa el espacio y la protección necesarios para evitar que esto suceda.
Continuando con la analogía de la semilla, cada iniciativa necesita una maceta que le permita echar raíces, crecer y desarrollarse hasta que esté lista para ser trasplantada al lugar que le corresponde en el Hábitat de Innovación.
No pretendo detallar en este post todos los elementos que componen el Hábitat de Innovación ni cómo crearlo (lo abordaré en mi próximo artículo), pero sí mencionaré algunas características del Hábitat de Innovación para entender qué es (y qué no es):
Factores externos de apoyo
El Hábitat de Innovación debe aportar los nutrientes esenciales a los elementos clave de una iniciativa (visión, personas, clientes, procesos, productos, métricas, etc.). Esto significa que incluye los factores externos que rodean a la iniciativa para su correcto desarrollo. Por ejemplo, en relación con la visión de la iniciativa, ¿contamos con el respaldo de un patrocinador interno que impulse el proyecto? En relación con las personas, ¿estamos dando al equipo el tiempo suficiente para centrarse en la iniciativa? ¿Estamos estableciendo el sistema de incentivos adecuado para quienes desarrollan e impulsan la iniciativa? Y por último, en relación con los procesos, ¿estamos dotando a la iniciativa de la agilidad que realmente necesita a la hora de tomar decisiones clave o desarrollar su producto? ¿Se ve la iniciativa “obligada” a desarrollar su producto utilizando departamentos existentes que podrían carecer de proximidad a los clientes o de la agilidad necesaria?
Preparando iniciativas para el mundo real
El Hábitat de Innovación debe actuar como un entrenamiento para el futuro. Al igual que ocurre con los ecosistemas naturales, si criamos un animal en cautividad sobreprotegiéndolo del mundo real, una vez liberado, no sobrevivirá. Por ello, nuestro Hábitat de Innovación debe simular y hacer entender a la iniciativa las condiciones a las que se enfrentará una vez trasplantado de la maceta a la selva real.
Evaluación continua de la viabilidad de las iniciativas
En innovación, nada garantiza el éxito final. Como en el reino animal y la evolución de las especies, los mecanismos de selección natural operarán a lo largo del desarrollo de la iniciativa. No todas las iniciativas deben sobrevivir. Es fundamental detener el desarrollo a tiempo sin desperdiciar recursos ni energía, pero siempre valorando el esfuerzo del equipo y gestionando adecuadamente la comunicación para evitar frustraciones.
Responsabilidad de los líderes
Como mencioné al principio del artículo, es fundamental recordar que el Hábitat de Innovación es algo que debe impulsarse desde lo más alto de la organización. Muchas veces, los esfuerzos se hacen únicamente desde el departamento de innovación, pero en realidad es trabajo de todos los líderes contribuir a crear las condiciones que permitan que las iniciativas innovadoras se desarrollen adecuadamente. Las organizaciones que realmente van un paso más allá del teatro de la innovación y logran transformarse de la mejor manera son aquellas en las que sus líderes no sólo exigen a sus equipos el rigor necesario para desarrollar proyectos innovadores sino que también crean los mecanismos para generar el Hábitat de Innovación específico que cada iniciativa innovadora requiere.
No es sólo un espacio físico
El Hábitat de Innovación es más que una sala o un lugar donde se lleva a cabo una iniciativa. No se guíe únicamente por el ejemplo de IBM; hoy en día, existen formas de crear el Hábitat de Innovación adecuado sin tener que trasladar físicamente a las personas (en la mayoría de los casos).
No hay una solución única para todos
No existe un Hábitat de Innovación universal que sirva para todas las iniciativas innovadoras, ya que cada una de ellas tiene necesidades específicas. Como cualquier ser vivo, cada iniciativa necesita su propio Hábitat de Innovación. Por eso, en ocasiones, los laboratorios de innovación no dan los resultados esperados, ya que muchos de ellos establecen un proceso estándar para todas las iniciativas cuando cada una requiere un recorrido distinto.
Crear un hábitat de innovación para una iniciativa no consiste en profundizar en los detalles internos del proyecto, sino en comprender sus necesidades específicas y centrarse en crear el contexto externo (el camino a través de la jungla corporativa) que requiere para un desarrollo adecuado. Lamentablemente, esto no suele hacerse de forma consciente o sistemática, pero espero que mis próximas publicaciones ayuden a cambiar eso.
¡Es hora de acabar con el teatro de la innovación! Y las organizaciones que estén preparadas para crear el Hábitat de Innovación que sus iniciativas innovadoras necesitan serán las que logren convertir la innovación en impacto real.
– Por Francisco Palao